De repente, te apagas. De repente. Ley de vida. Puta ley de vida, pura ley de vida.
Quise escribirte, quise hablarte y me faltó el valor o el coraje después de tantos años sin saber el uno del otro. O sabiendo a través de terceras personas.
Fuiste más que un amigo. No teníamos la misma sangre, pero nunca me importó. Me diste pequeños pasos, pequeñas piezas, me diste parte de lo que hoy soy. Y recordando lo vivido contigo, lo aprendido contigo, siento tu marcha. Pero no te preocupes. Seguiré aquí honrando todo lo que has hecho por mi.
Ni siquiera tengo una foto tuya para ilustrar mis palabras. Para mi lo importante son esas piezas, esas bicis que salían de tus manos para que yo viviera aventuras, esos paseos por el monte cuando yo ni siquiera sabía que me apasionaría por él, esas noches al fresco en los merenderos, esas palabras en valenciano, esas sonrisas.
Fuiste grande. No se cuánto. Pero para mi mucho.
Allá donde estés, GRACIAS!
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1 comentario:
Sólo... un abrazo...
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