lunes, 15 de octubre de 2007

Peña Santa

Desde que comencé a escalar montañas, algunas míticas han quedado sin ascensión por la vía normal. Monte Perdido, Aneto, Aspe, Montblanc... curiosamente, Peña Santa es de esas en las que pensaba subir por una vía de mayor dificultad, y sin embargo me encuentro subiendo por la canal Estrecha, vía de teórico descenso.
Genial grupo el que se formó, casi de rebote, casi sin pensarlo, pero estoy seguro de que los cinco disfrutamos de un día en el que los recuerdos estarán formados por caras y sentimientos. Vica, Jose, Fern, Pedro y Emilio. Santurce, Vitoria, Pamplona, Bilbao o Madrid y Albacete. Unión de tierras y un único sentimiento. Disfrutar, compartir una experiencia más que se queda grabada en un rinconcito de nuestra memoria. Lástima!! que Vitoria no pudo contar con dos elementos, la incombustible Eva giraba la cadera en vez del cuello para mover la cabeza y no puedo ser.
Aproximamos rápido, casi en silencio, dejando que la luz creciera poco a poco entre árboles y prados herbosos. Pronto llegó el refugio de Vegarredonda, pronto el collado de la Fragua. Entre recuerdos de una magnífica excursión invernal con Vica, avanzamos hasta el Jou Santo, donde sorpresa!!, nos encontramos con gente de Vigo, entre ellos Pit. Ya Kurro se lo encontró en su solitaria ascensión al Midi d'Ossau... este tio, es Dios???
Tras una hora más, la vía comienza a empinarse, hasta que llega a una chimenea en la que un cordino facilita el paso. Un pasito de confianza y la canal se va estrechando. Algo de hielo tapa algunos agarres, hay que extremar la precaución con la roca suelta, Pit y los gallegos vienen por debajo. Pasos de III+ nos van acercando a la cima, deseada cima. Para encontrarla, queda trepar por placas, recorrer llambrías, entre un laberinto de terreno salvaje.
Por fin arriba, olvido un poco mi forma de pensar, felicitar en el terreno que ya no es expuesto, y no puedo reprimir una cómplice mirada a Pedro. Verle allí, sentir que de alguna manera has contribuido a ello, te llena de gozo, más que la montaña, más que la satisfacción personal de la ascensión. Me lo agradece, pero sin duda él puede con eso y mucho más. Disfrutamos de una hora de vistas, rodeados por montaña y más montaña, por cimas y más cimas. Sonreimos, el esfuerzo ha merecido la pena.
La bajada, tras un destrepe con algunas dudas, se realiza en 4 rápeles con reuniones más o menos buenas, que nos depositan a pie de vía. Pedro se golpea la rodilla, en el último paso!! hay que andar con ojo hasta en lo fácil. No es mucho, continuamos, el cansancio se acumula, pero una mirada cómplice a la mole de Peña Santa te une de nuevo a ella, olvidando que los pies se quejan y el coche todavía está lejos.
Una nueva aventura, un pedacito más de vida. Una vez más y no me cansaré de repetirlo, GRACIAS COMPAÑEROS.