martes, 2 de diciembre de 2008

Reflexiones alpinísticas I : Es hora de volver

Ya va siendo hora. La montaña vuelve a estar blanca. Mi mente no. Vuelve a soñar, a desear recuerdos alpinísticos.

Han sido meses duros. Pero la montaña no importaba. Sólo una. Mi soñada cara Norte, mi más bella cara Norte me necesitaba. Tenía una deuda moral que resolver, quería resolverla, centrame en ella, estar ahí. Sentí que sus males eran mis males, su dolor mi dolor y mi única meta, alivarlo.

Todavía queda camino por recorrer. El recuerdo será para siempre, pero la luz gana a la oscuridad. Recuerdos, momentos, vida. Porque al fin y al cabo todo lo sucedido, lo sufrido, son huellas de vida. De deseos, de anhelos, de sueños, de valor y aventura.

El valiente sufre. Pero obtiene una recompensa mucho mayor que el sufrimiento. Se valiente. Rétate. A ti mismo. A nadie más que a ti, a tu ser.

Sueña. Siente. Sea cual sea tu sueño, ve a por él.

Toca volar. Tocar con los dedos la sencillez. Lo puro. Crear un puñado más de imborrables recuerdos.

Compartir. Porque los sueños compartidos brillan con luz clara. ¿Qué recuerdo más vivo queda que el de la mirada tras el logro, el abrazo sincero, la sonrisa cómplice?

Gracias cara Norte. Por hacerme ver la fuerza, el coraje y la alegría tan cerca. Por enseñarme y darme tanto. Por compartirlo.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Travesuras en Travessany


El crestamarcador del año, por motivos conocidos, seguía a cero. Un nuevo intento, un nuevo proyecto, estaba en mente. Subir al Russell por la Sureste, con Gabi y en bici hasta Vallibierna. Ni lo uno ni lo otro ni lo de más allá.
Acabamos decantándonos por la Vall de Boí, por aquello de que cuando más al este mejor tiempo. Y gracias a Pedro, fichaje de última hora (y qué fichaje!!), que yo ya me planteaba abortar la operación.
Casi sin quererlo, ya me habían vuelto a embarcar. Montse y Raúl junto con una nueva compañera de travesuras, Silvia, me animaban a algo que no venía buscando. Deseaba disfrutar con tranquilidad la montaña, saborearla. Pero no. A las agujas de Travessany!! Yo ya advertía que no sería ese "paseo con un paso de IV" que Raúl proponía, ni que estaríamos a las 15 horas en la cima del pico de Travessany. Pero no!! A embolarse... y digo yo... ¿no será que en el fondo "me pone"?. No lo se. Sólo se que disfruté como un enano.
Noche corta, luces de frontal, mochila llena de hierros y para arriba. Las sensaciones matinales no son buenas, no quiero salir del saco!! Quiero disfrutar las estrellas hasta su último resplandor... pero el "embole" era inevitable.

Y allí estábamos, 3 horas de caminata y un montón de granito del bueno, del deseado, por delante. A un lado y a otro, infinidad de Estanys brillando. Y subiendo con buenas sensaciones. Suelto y con buena compañía. Porque Pedro dice "no voy de primero, porque la ferralla esa no se qué se hace con ella". Niño, pues con los pies y con las manos, bien sabes lo que se hace!!

A Pedro le enseñamos cuatro nudos, tres reuniones y un par de mete este cacharro en esta grieta y esto otro en aquella fisura, y nos lleva por las alturas como un campeón.
Pues ahí iban los traviesos, aguja tras aguja, hasta topar con la cuarta, la más tiesa, de IV- creo, pero con presas a tutiplén y facilidad en la escalada. Las zapatillas Vasque, viejitas y con la gomaespuma asomando, seguían portándose, seguían agarrando, trasmitiendo su furia desde los pies a mi cabeza. Y yo disfrutando, volvía a decirme que este es mi terreno.
Rapel acá, rapel allá, aguja que subo, aguja que bajo. Nos dan las tantas. Se nos engancha una cuerda. Bloques que forman agujeros de 4 metros. ¿Para qué? Para que el único mechero que te has llevado ese día, decida colarse entre ellos, a un lugar inaccesible del que nunca lo recuperarás.
El tiempo nos ha comido, así que nerviositos perdidos ya por el horario, escaqueamos lo necesario para presentarnos en la cima del pico Travessany, final del recorrido, y posar así de guapetes:


Queda una larga bajada, volver a encender el frontal a la altura de Cavallers, donde el agua invita a mirarla, porque bañarse ya es de valientes, y uno tiene ya una edad para adolescencias... Un montón de horas, los pies reventados, aquí me duele...anda!! aquí también...pero en mi esencia, en mi interior, siento una paz inefable.
En la calma disfrutamos el papeo de Barruera, pero eso ya es otra historia. Me dedico a pedir rarezas, tanto en el segundo como en el postre y la jugada no me sale nada mal. Botifarró del tupí amb pinyons de segundo, Tatin de poma calenta amb crema de llet de postre. Restaurante La Llebreta. Recomendable.

martes, 19 de agosto de 2008

¿Qué sucede cuando no vas a la montaña en 3 meses?

Sucede que Beltza, tu fiel amiga, sube las cuestas más veloz que tu, se gira, te mira, pone cara de decir..."es para hoy, tío"
Sucede que revives los olores, los sentidos, que disfrutas el silencio, la compañía.
Sucede que adviertes una ausencia, que a tu lado no está la risueña sonrisa ni los graciosos hoyuelos.
Sucede que reencuentas a buenos amigos, que ries, que disfrutas, que te das cuenta que nunca una cima, por alta que sea, te dará lo mismo que ellos.
Sucede que deseas que la ausencia desaparezca, que esperas volver a ver la sonrisa y los hoyuelos en el viaje, en la noche, en los ratos de espera, cuando ves una marmota a 3 metros de ti, cuando sufres, cuando respiras el puro aire.
Suceden cosas. ¿A qué esperas? Desconecta y ve al monte. O a cuidar de tu niño. O a simplemente, saborear una cerveza en buena compañía. Haz lo que quieras. Pero !Disfrutálo!

lunes, 9 de junio de 2008

Agridulce Denali

Se que unos cuantos de vosotros estais deseando que cuente la ascensión, el viaje, los sentimientos... Os pido paciencia. Es mi intención, desde este humilde blog hacerlo. Pero necesito tiempo. Tiempo para ordenar unas ideas, unos pensamientos, que andan un poco liados entre si, dubitativos, reordenándose.
No puedo negar que lo sucedido, las consecuencias de nuestro atrevimiento, de nuestros sueños, están siendo algo duras, pero tampoco que no pienso dejar de soñar ni de perder la sonrisa. Podemos mirarlo con los ojos de la tristeza, pero no me da la gana. Prefiero los de la alegría, los de la esperanza, prefiero mirar adelante y darme cuenta de que por mucho que las secuelas quedarán imborrables, también permanecerá en mi memoria todo lo vivido.
Os dejo algunas ideas:

* Sigo pensando que todo lo que nos sucede en la vida tiene un sentido, nos hace crecer, nos ayuda a ser más fuertes. Sólo hay que creérselo. Cualquier experiencia, sea cual sea, tiene su lado positivo.

* Gracias. Desde lo más profundo del corazón. De verdad, no se cómo agradecer con palabras tanto cariño, tanto apoyo. Lo podría intentar, pero no lo conseguiría. Vuestra amistad vale más que cualquier cima que podamos conquistar.

* Miro tres entradas más abajo y leo mis prioridades antes de la expedición. He aprendido una lección. Que la montaña tiene riesgos, que hay que ir a ella asumiéndolos, ya lo sabía. Lo que he aprendido es que por más empeño que pongas en evitarlos, por más que planees las cosas, por más que te cuides, ahí siguen. Y si un día esos riesgos, contra los que luchas, contra los que pones medios, te tocan de lleno, hay que ser fuerte, superar las consecuencias. Hemos elegido este camino que nos hace sentir plenos y para vivirlo tenemos que aceptarlo. Tal y como es.

* La cima. Agridulce es la palabra. Es la montaña más seria en mi corta vida de alpinista. La he disfrutado. La he vivido. Recuerdo nuestro primer paso por el Windy Corner. Solos, completamente solos, me giré, miré a Nadia, me acordé de una sencilla y bella frase que me recuerda a mi amigo Manolito, y con ojos de niño, con el alma bailando, le dije -Esto es alpinismo!!- Indescriptible la vista, los sentimientos agolpados... Me giré nuevamente para continuar el camino y no pude reprimir unas lágrimas de emoción. Ese momento, esos segundos, fueron los más bonitos de mi expedición personal, los más dulces. Y sin embargo, esos recuerdos se empañan... Agridulce.

* Nadia. Qué decir. Que tengo una compañera en la cuerda de alpinismo maravillosa, la mejor. Pero se ve superada con creces con la compañera que tengo en la cuerda de la vida. Su forma de entender los problemas, cuando las cosas no van como quieres, su ánimo inquebrantable, su eterna sonrisa... son el mejor de los regalos.

* ¿El futuro?. El tiempo dirá, pero sigo enamorado de las montañas. Y Nadia, también. Vamos, que nos queda mucho carreteeeee!!!!

* Una imagen. Después de luchar 16 días con los elementos, con los trineos. Después de pasar interminables noches heladas, de acarrear un peso que asusta, de sufrir, de mal comer y mal dormir:


Lo más bonito, estar con todos ahí arriba. Gracias a Pepe y a Raquel, no sólo por compartir ese momento, sino toda la expedición.

miércoles, 30 de abril de 2008

Hasta Pronto!!!

Amigos,

un mes lejos. Pero es un hasta pronto. Sólo un mes.

Hoy unicamente puedo dar las gracias. Me he sentido querido, y eso es un regalo. Le he dicho a Nadia.."joder, me siento más querido que en mi cumpleaños" :-). Y ni el regalo de la cima es comparable a todo ese cariño.

A los que llamaron. A los que no lo hicieron pero se acordaron, se acuerdan o se acordarán de nosotros. A los que me hicieron sentir así. A los que me prestaron material para el viaje. A los que me dan su apoyo. A todos los que sin dejarme nada material también vendrán un poquito conmigo. ¡GRACIAS!

Sueño con esta cima. Sueño con retos futuros. Pero ni en el mejor de mis sueños he podido encontrar gente como vosotros.

Volveremos. Aquí nos aguarda la mejor de las cimas. Vosotros.

Emilio

PD: Denali.... ALLÁ VAMOSSSSSS

miércoles, 23 de abril de 2008

Dónde está Emilio!!!

Hola!!

soy Mapisentires, el blog de Emilio, ese que se siente abandonao. Qué tio. Ni escribe, ni cuenta, ni se sabe nada de él. No al menos a través de mi.
Se que a muchos os tiene abandonaos. Como a mi. Yo se, que a pesar de eso, se acuerda de nosotros y que agradece los saludos que va recibiendo.
Qué tio. Si llego a saber que eso de preparar un viaje desos le lleva a esto, no le dejo. Le rompo los billetes del vuelo. Acabáramos.
Y encima, está todo el día con el curro. Que si esto, que si lo otro. Menos mal que también parece que tiene buenos momentos allí. ¿Y no puede tenerlos aquí, llenándome de palabras, imágenes y sentires???
En fin. Ahora todo el mes de mayo sin él. Se va el tío al culo del mundo. Pero qué se le habrá perdido allí con lo majetes que somos!!!! Qué tio.
Esperémosle. Seguro que tiene mucho bueno y bonito que contar.
Le echo de menos, vuelve, payito, vuelveeeeee

lunes, 10 de marzo de 2008

Reflexiones sobre Denali I y un deseo

Como mis (pocos) lectores sabeis, y si no lo sabíais, ahora ya si, el 1 de mayo emprendemos viaje a Alaska, intentaremos subir a la cima del Denali o McKinley, de 6194 metros y 320 Kms distante del círculo polar ártico. Sin duda una gran aventura, un reto. Lo Afrontamos con la mayor de las ilusiones.
Muchos me comentais. Ajenos a las montañas, cercanos a ellas. Dos son las cosas que más escucho. Por un lado "Cuidate". Sin duda, sabemos a los riesgos a los que nos exponemos, pero no dejo de pensar que como tantas otras veces. El riesgo, minimizado, es menos riesgo. No por ello la montaña deja de ser un mundo hostil que depara sorpresas y riesgos objetivos imposibles de franquear, pero sin duda, son mínimos al lado de los riesgos subjetivos.
No temais. Si hemos decidido intentarlo es porque creemos en ello. No dejo de esperar el momento de partir, no dejo de pensar ni un solo día en lo que tenemos por delante. Me escuchais decir "vamos a intentar subir", y todos me decís "lo hareis, lo vais a conseguir". No lo se, no se qué sucederá allá, lo que tengo claro es el orden de mis objetivos:

1) Volver. Volver enteros. Ninguna cima merece perder ni un poro de nuestra piel.
2) Disfrutar. Aprender. Valorar futuros retos. Vivir una aventura que perdure en nuestras memorias para siempre.
3) Cima.

Por otro lado, escucho un "por qué". El eterno por qué de las montañas, cuya frase más socorrida es "por que están ahí". Yo sencillamente puedo decir que no lo se, que no se qué hago metiéndome en este "fregao", cuando tan sólo hace unos 5 años no sabía hacer ni un nudo de escalada, no había hecho cima ni siquiera en un 3000 pirinaico, aprendía por entonces a usar crampones y piolet. No lo se. Sólo puedo decir que quiero vivirlo, disfrutarlo. Sufrir hasta agotarme, sentirme pequeño ante la inmensidad, conocer cuanto el mundo me puede deparar lejos de la comodidad, de lo que se conoce por bienestar. Ese es mi bienestar, eso es lo que más vivo me hace sentir, más feliz, más en mi sitio. Ni siquiera se por qué lo descubrí, pero mientras escribo estas palabras, se que mis momentos más cruciales, más llenos, están en las montañas. Qué voy a contar. Nadie todavía ha sabido dar una explicación definitiva, tajante, taxativa.

Me despido con un deseo. El deseo sincero de que la operación de mañana de Eva, compañera de montañas, de miedos y rocas, de motivaciones y momentos, sea un éxito y vuelva a estar cerca de las montañas, junto a nosotros, para seguir compartiendo todo lo que nos ha unido. ÁNIMO EVA!!

viernes, 7 de marzo de 2008

Cristales

Ascensión realizada el 23 de Febrero de 2008 junto a Nadia, Manolo, Raquel y Rakelilla

Parte final del pico Cristales (2889 metros)


Volvemos al Pirineo, esta vez al valle de Tena, lleno de rincones y cimas con vistas espectaculares. Tras una breve siesta recojo a Rakelilla en la calle Monte Perdido, ¿ya estamos en Pirineos? . Rakel es una buena compañera de viaje, nos lo pasamos charlando hasta llegar al lugar convenido, donde está el coche de Raquel, cerrado y donde ya están durmiendo nuestras dos compañeras. Manolo no ha llegado, así que desmontamos el coche y a dormir, que la jornada será larga. Esta vez, el objetivo es la Gran Facha (foto 1).
Por la mañana ya estamos todos, nos saludamos, charlamos, y nos dirigimos al embalse de la Sarra. Un largo camino nos aguarda. El sol sale, nos calienta, comenzamos a quitarnos ropa. No vamos muy rápido, así que llegamos al refugio de Respumoso en unas 3 horas. En esta época está cerrado. Aprovechamos el sol, reponemos fuerzas, y aparecen las primeras dudas, la Gran Facha está lejos, muy lejos, se nos hará de noche, muy de noche, si vamos hasta allí. Continuamos sin tenerlo claro, pero al poco las dudas aumentan, y tras unos "yo voy por aquí", "yo voy por allí", al final todo el grupo se dirige al pico Cristales, que con sus 2889 metros, se esconde de nosotros. No así otros picos piramidales, como el Tebarray, la referida Gran Facha… El pico está también lejos y no vamos muy rápido. Nadia y yo abrimos huella, las ascensiones de días pasados han hecho mella y nos encontramos fuertes. Afrontamos pala tras pala de nieve y por fin, aparece la cima objetivo. Nos dirigimos a ella, poco a poco, llegamos a la fácil cresta final y por fin cima. Es estrecha, nos refugiamos como podemos, el viento arrecia en ella y nos deja fríos. Ante nosotros, picos y más picos. El Balaitús justo enfrente, la cresta del Diablo (foto 3) , cum laude en crestas pirinaicas, comienza en el mismo Cristales y lleva hasta el Balaitús (foto 4) . Otro objetivo futuro. Tiene una pinta estupenda, muy mantenida, aguja tras aguja, trepada tras trepada.
Van llegando los demás, uno a uno, pero nosotros nos bajamos, que llevamos rato y el helador viento no es agradable. Se desciende rápido hasta el ibón de Campo Plano, donde nuevamente hay que subir algo para llegar al refugio. La jornada ha sido larga, la noche se nos viene encima y deshacemos el camino entre estrellas. Tarde, muy tarde, llegamos hasta los coches, bajamos a Sallent y allí, en el bar de cabecera, el Willy, devoramos entre charlas y risas nuestros combinados, con su bien merecida cerveza Ambar.

miércoles, 27 de febrero de 2008

José Luis

De repente, te apagas. De repente. Ley de vida. Puta ley de vida, pura ley de vida.
Quise escribirte, quise hablarte y me faltó el valor o el coraje después de tantos años sin saber el uno del otro. O sabiendo a través de terceras personas.
Fuiste más que un amigo. No teníamos la misma sangre, pero nunca me importó. Me diste pequeños pasos, pequeñas piezas, me diste parte de lo que hoy soy. Y recordando lo vivido contigo, lo aprendido contigo, siento tu marcha. Pero no te preocupes. Seguiré aquí honrando todo lo que has hecho por mi.
Ni siquiera tengo una foto tuya para ilustrar mis palabras. Para mi lo importante son esas piezas, esas bicis que salían de tus manos para que yo viviera aventuras, esos paseos por el monte cuando yo ni siquiera sabía que me apasionaría por él, esas noches al fresco en los merenderos, esas palabras en valenciano, esas sonrisas.
Fuiste grande. No se cuánto. Pero para mi mucho.

Allá donde estés, GRACIAS!

domingo, 17 de febrero de 2008

Mulleres, qué lejos estás!!!

Otro fin de semana que dan bueno en el Pirineo y allí nos encaminamos, otra vez, dispuestos a sumar más metros que nos pongan fuertes de cara a Alaska. Esta vez, turno para el Mulleres (3010), otra vez desde el Hospital.
La noche ha sido fría, más si cabe que el pasado fin de semana, otra vez en Plan de Senarta, pero esta vez durmiendo en el coche, que algo más protege. Nos levantamos con los cristales completamente congelados, pero calentitos entre plumas. Qué pereza salir del saco!! Hoy madrugamos menos, pensando que la jornada será menos dura que la de la Maladeta. Qué error!!
Otra vez el Hospital. Otra vez la pista de esquí de fondo. Esto parece un déjà vu. Pronto nos adentramos en zonas que no conocemos, y aparece Aigualluts espectacular, tan amplio que pienso que allí se puede jugar un partido de fútbol, pero con esquís. Llegamos al Forau de Aigualluts, espectacular cortado que se trata de una bóveda de increíbles dimensiones cuyo techo al desplomarse dejó al desnudo toda su grandiosidad. Pasado los planos de Aigualluts, entramos el el valle de la Escaleta, y sin alcanzar el collado del Toro, continuamos avanzando. Avanzamos, pero no ganamos metros.
Por fin, llegados al final del valle, el terreno se empina. No se si por las ganas de subir desnivel, o porque la huella dura que hemos seguido hasta aquí se pierde, tiramos a la izquierda, donde la nieve comienza a hundirse. Nadia no viene bien, se encuentra cansada, come pero no se recupera, aguanta, pero la huella me toca a mi. Me siento fuerte, así que avanzo sin pensarlo. No vemos ni a un alma desde que hemos dejado el Plan de Aigualluts. Me acerco a un collado. Incertidumbre. El Tuc de Mulleres tiene que estar ya a la vista. Llego a él, y me encuentro perdidísimo. Lo que veo es un gran valle, una barrera de montañas enfrente... pero por ningún lado el Tuc de Mulleres. Libro, mapa, libro, mapa, otra vez libro... Nadia sigue mal, yo comento que alucino, que esto nunca me ha pasado!! No veo el Tuc ni a la de tres. Miro la brújula, la oriento a Norte. Ahora a Sur, no coincide. No está calibrada... Mapa, libro, libro, mapa, altímetro... entre los dos, sólo se nos ocurre, viendo que estamos a unos 2400 metros (luego sabríamos que era el Coth des Aranesi), que nos hemos ido demasiado a la izquierda, y que el Tuc no se ve desde nuestra posición. Vamos ladeando hasta alcanzar las palas más inclinadas de nuestro recorrido y detrás de ellas... aparece una montaña con gente en la cima... es el Tuc de Mulleres!!. Ladeando, subiendo las palas, algunos pasos se hunden, y dejan mella en mis piernas, las encargadas de seguir con las huellas. Nadia no se recupera.
A 250 metros de la cima Nadia dice que no puede más. Está ahí al lado!!. Decide bajar, pero insiste en que siga, que se encuentra con fuerzas para bajar sola. El terreno empieza a estar "alicatao", así que me calzo los crampones. Me cuesta horrores, de cuando en cuando, algún tramo con nieve acumulada hace que me esfuerce un poquito más. Subo despacio. Miro el Suunto. Otros 10 metros más. Lo miro, lo remiro, parece que los metros no pasan, pero la cima se acerca. Allá veo unas cuantas cabezas!!. Ya os tengo. Ya llego, allá voy!! Llegué!!. Saludo a los esquiadores en la cima, son franceses. Han subido por el valle de Mulleres. Sólo yo he subido desde el Hospital. Respiro. Observo. El día está claro, azul. Me encuentro un futuro objetivo (no te librarás!!), la cresta de Salenques-Tempestades, que se muestra con todo su esplendor. Disparo un poco la cámara, acá y allá. Y sin pensarlo mucho, bajo, para tratar de encontrarme con Nadia lo antes posible.
La bajada empieza cómoda, pero cuando llego a la zona más plana, se convierte en una tortura. Si vas fuera de huella, es incómodo. Si vas en ella, también!! así que por la huella y pisando ligero, a ver si con suerte no se hunde. La tortura se alarga, qué poquito voy bajando y cuánto queda!!. En el Plan de Aigualluts, observo que por lo menos hay 2 millones de personas. ¿ A que se han montado el partido de fútbol? Pues no, es el grupo militar de montaña, que ha acampado por ahí. Están a su rollo, sólo uno me saluda, pero con mucha complicidad. Le sonrío como puedo, yo llevo el piloto automático puesto hace tiempo. Después de más de 10 horas, y cuando la noche gana terreno, me reúno con Nadia en el hospital, que está tranquila, en en coche, y medio envuelta en el saco.
En Benasque, cómo no!! vamos a Barrabés, a ver un poco de literatura montañeril. Me quedo fuera, que estoy fumando, y al otro lado del cristal veo a Diego!! Está con Elsa, así que acabamos los 4 en el bar "La Cumbre" tomando un combinado y cómo no... un buen jarrote de CERVEZA!!!

martes, 12 de febrero de 2008

Maladetas sin raquetas

Desde que algunos amigos habían ascendido a la Maladeta, en un día lleno de anécdotas, me había metido esa cima en la cabeza. Mucho se contó sobre aquella jornada, y poco sabía yo de su vía normal, de su corredor, y de su arista final.
Este fin de semana por fin pudimos salir con Pepe, que será compañero de cordada en las lejanas tierras de Alaska. El viaje transcurrió con miles de comentarios, ideas y dudas sobre la futura aventura, que ya está instalada en nuestros diarios pensamientos.
Benasque nos recibe cansados, así que sin parar, nos vamos hasta la zona de Plan de Senarta, donde dormimos vivaqueando, con -5 grados, que nos hacen pasar algo de frío. No dejamos de pensar que en Alaska podríamos llegar a los -45!!.
Todavía no ha amanecido, preparamos el café soportando el frío y nos dirigimos al Hospital. Allí, dejamos el coche, Pepe se calza las tablas, y comenzamos a las 7:20 una jornada que nos llevará 10 horas y 50 minutos. A veces me pregunto cómo puedo estar más horas en un día de monte que en una jornada laboral. Sufriendo, pasando frío, en ocasiones miedo, hoy, hasta pateando con impotencia la nieve, reventado de tener que abrir una huella inexistente. Pero sintiendo, disfrutando, viviendo...
Y es que la nieve, que pensábamos transformada, no nos da tregua. Desde Renclusa, todavía con 1200 de los 1600 metros de desnivel del día por hacer, nos encontramos que la nevada del pasado lunes permanece casi virgen. La nieve no ha transformado, y calculo que puede haber como un metro sobre la antigua dura placa que permanecía allí desde pasadas nevadas.
Avanzamos lentamente, pausadamente, ganando altura. Todo el mundo porta esquíes, menos Nadia y yo, pensamos, hasta que alcanzamos a un grupo de madrileños y uno de ellos va caminando. Le comento a Nadia que no lo adelantamos ni de broma, que abra el huella que a mi me da la risa. Pero avanza tan lento que en seguida estamos los tres dando relevos, peleando con la nieve, sufriendo. Las huellas de Nadia en ocasiones no nos valen de nada a nosotros, se hunden a nuestro paso. 30 kilos de diferencia tienen la culpa.
Los madrileños paran, y allí estamos los dos payitos, sólos, viendo como la nieve nos engulle a cada paso. Mi cuadriceps derecho empieza a sentirse mal, siento como si el ácido láctico generado con el esfuerzo no consiguiese drenar bien, se queda duro, bloqueado. Empiezo a sentirme fatigado, a quedar atrás, a ver cada vez más lejos la cima. Paro, vuelvo a caminar. Nada. Paro, engullo un Mars, mi nuevo descubrimiento energético en la montaña y doy varios sorbos. Al principio no noto nada, pero poco a poco me siento mejor. Mientras tanto, un chavalín catalán, que va sólo, nos adelanta. Va fuerte. Para nosotros es como un ángel caido del cielo, va dejando una huella más o menos practicable. Parece no cansarse.
Llegamos al glaciar de la Maladeta. Totalmente virgen, sin más que una huella de bajada que algún esquiador ha debido dejar hace unos días. Tratamos de alcanzar alguna huella más a la izquierda, pero está más lejos de lo que habíamos sospechado. Tras una gigantesca Z, que desde el cielo debe verse como si el Zorro hubiese estado allí, volvemos a la huella del catalán, que ya no va tan fresco. El chaval empieza a parar, a apoyar la cabeza sobre el bastón. Malo. Se acabó la huella. Le alcanzamos, alimentarme me ha dado fuerzas y le damos un último relevo, con la base del corredor ya a la vista y varios montañeros afrontándolo. Parece tieso, y la nieve no da mucha confianza. Mientras nos preparamos para el corredor, unos chavales se afanan por bajar en el paso más complicado del mismo. Sin crampones ni piolet y por lo que parece y escuchamos, sin mucha experiencia. Hay que ver lo que hace la inconsciencia!!. Consiguen bajar, no sin dificultades, y me concentro, ¿tendremos problemas con él?. Entramos 6 personas, nosotros 3, el catalán y otra pareja, ella catalana, él holandés. Hay buen ambiente, nos vamos dando ánimos, y la subida, extremando precauciones, no presenta demasiados problemas. Salimos al collado de la Rimaya, y tras una arista más fácil de lo esperado, la incertidumbre de la cima nos aguarda. Felices, la alcanzamos, disfrutando de un precioso día, de unas vistas impagables. Aneto, Posets, Perdiguero, Alba, el ibón de Cregüeña. Por un momento revivo aventuras pasadas, oteo las crestas, las cimas, los corredores. Pasamos allí, gozando al sol, casi una hora. Para variar, no he sido cauto con las polainas y tengo los pies a remojo, lo que me proporciona alguna tiritona. El momento lo compensa.
Descendemos con cuidado el corredor. Cuando supero el paso oblicuo, me acuerdo de las aventuras de nuestros colegas... que si crampón inadecuado, que si niebla... uf. Es realmente expuesto, aquí caerse está prohibido. Afortunadamente, tiene suficiente nieve y en un estado que permite asegurarse. Pienso en los chavales sin crampones ni piolet. ¿Por qué añadir riesgos a lo que ya lo tiene? La inexperiencia en momentos así puede ser fatal.
Ya estamos en la base, Pepe recupera sus esquíes y goza sólo de pensar en la nieve que tiene por delante. Está perfecta para hacer el probablemente mejor descenso del Pirineo. La virgen pala del glaciar de la Maladeta está ahora llena de huellas, de curvas y más curvas, de trazos dibujados con esmero y cariño. Comenzamos la bajada, ya sólos, después del tiempo disfrutado en la cima. Paro, miro, observo, siento. Momento personal, recuerdos, sentimientos. Es ahí cuando le encuentro sentido a todo esto. En un hora, avanzando rápido entre la nieve, estamos en el refugio, donde Pepe nos aguarda junto a algunos colegas. Otra parte del grupo ha ido a dar una vuelta con los esquís, y están en una pala detrás de Besurta sufriendo. Yo no lo veo, pero uno de ellos se va contra un árbol y se mueve, pero no se levanta...
Deshacemos lo que queda, cansados pero felices, llegamos al hospital, donde mientras nos desvestimos, aparece el chico que pretendía hacer el Aneto. Y digo pretendía porque cuando llegó al Portillón y vio lo que tenía por delante desistió. Nos envidia, dice haber estado a punto de ir detrás de nosotros. Otra vez será, pero dice que ha disfrutado tanto que le da igual. Qué día de montaña.
Llega Pepe, que a pesar de ir con esquís tarda, porque aquel golpe en el árbol, resultó ser el de su amiga Ana, que se ha hecho daño en la rodilla. Han tenido que bajarla hasta el refugio como han podido. -Cómo se hundía eso-, comenta. Es ahí cuando se da cuenta que lo de abrir huella a pata ha sido un triunfo!!. Luego nos enteraríamos de que la rodilla le permitió bajar al día siguiente, no sin problemas. Posible esguince.
En Benasque vamos de acá a allá viendo material, futuro material. Luego, en el Americano, cae la clásica Rodeo, con sus clásicas patatas rejilla, las preferidas de Manolito, y esa merecida jarra de CERVEZA!!!
El domingo, tras muchas dudas, subimos Pepe, con esquís, y yo, con patitas, al Gallinero por las pistas de Cerler. Y es que volver a abrir otra huella habría sido elegir muerte. Me quedo con susto. 800 metros más para el cuerpo y otro día de espectaculares vistas. Cotiella, Turbón, Aneto, circo de Coronas, de Llosás...
Sin duda, el fin de semana ha sido espectacular. Ahora queda regresar y seguir soñando.

lunes, 4 de febrero de 2008

Metros en Gredos

El Cabeza Nevada o Mogota de Cervunal (2427 metros) es una montaña sencilla de esas que por estar retiradas no asciendes nunca. Al Almanzor (foto 2) que ya ha sentido mi huella en su cima en 7 ocasiones, y las que le quedan, le siento como un padrino en esto de la alta montaña, pero ¿el Mogota? ¿Qué se me ha perdido allí? Pues parece ser, a juicio de algunas reseñas, unas espléndidas vistas del macizo.
Tras un viaje un poco raro, en el que insistimos en despistarnos, dormimos junto al centro de interpretación del parque. La noche amenaza algo húmedo y de hecho, cuando subimos a la Plataforma, donde nos encontramos con Dani y Susana, una nube nos envuelve y comienza a nevar ligeramente. Ellos dudan, van al Almanzor, nosotros lo hemos descartado por el quejicoso hombro de Nadia, no es cuestión de forzarlo en algún paso obligado. A saber qué condiciones presentará mi padrino.
Bajo algo de nieve, que cae lentamente y con poca fuerza, avanzamos hasta la fuente que hay antes de llegar a Barrerones. Allí esperamos a nuestros compañeros y el sol sale para calentarnos. En Barrerones, vemos que la nube, la eterna nube enganchada al circo de Gredos, ha decidido quedarse allí a echar un vistazo. Nuestro objetivo se ve cercano, pero para alcanzarlo, debemos dar una vuelta de aúpa. En el descenso a la laguna, punto de separación de las dos parejas, Nadia resbala en una zona sin peligro, pero pierde el equilibrio. 1-0. Nos despedimos, citándonos en Hoyos al regreso, y subimos hasta el Gargantón, donde nuevas zonas sin peligro esconden placas de hielo bajo la fina capa de nieve acumulada en el día. Y empate!! 1-1. Bajamos hacia el Gargantón, donde me doy un festín en las placas y 1-3. Goleada.
La ascensión transcurre sin más contratiempos,(foto 3) nos fijamos en paredes, en el granito espolvoreado de blanco, buscando con la ilusión nuevas futuras rutas. Llegamos al collado del Pluviómetro - ¿Y dónde está el cacharro que le da nombre, digo yo? - y nos sorprende que el tramo de loma hasta la cima,(foto 4) que imaginábamos sencillo, tiene alguna trepadilla de II. El hombro de Nadia no da guerra en esa sencilla trepada, pero si en alguna pisada donde la nieve se hunde.
Cima, (foto 5) la de las espléndidas vistas de Galana, Almanzor y demás cumbres. ¿Espléndida? No se ve más allá del Cerro de los Huertos y el Risco Moreno. Pero disfrutamos de algo de sol en ella, aunque nos haya recibido con una pequeña bruma. Comento que la cima del Almanzor en un día como hoy se me antoja cara.
Descendemos por otro lado, entre piedras, enlazando el camino de ascenso. ¿Cambiará el marcador en las placas a la vuelta? En la segunda parte, marcador inamovible. Nadia 1- Emilio 3. Enlazamos con el camino de Barrerones, donde nos cruzamos con Susana y Dani, que como muchos otros, se han dado la vuelta y poco más que han tomado café en el refugio. Charlamos de futuras aventuras, deshacemos el conocidísimo camino de vuelta y en Hoyos damos cuenta de unos combinados de pollo Villaroy, merecidos y exquisitos. ¡Qué bien sabe todo después de una cumbre! ¡Gracias Bodeguilla! ¿Y con qué va regado? CERVEZA!! UN PAR DE BOTELLINES!!! :-).
El domingo toca acumular más metros, vamos a la Mira, pero un cielo gris, la niebla y el agua, nos hacen desistir. En el aparcamiento del Nogal del Barranco esa noche y esa mañana no hubo por allí más que un Picasso rojo...

Baciás en buena compañía

No hace un año todavía algunos colegas ascendían con esquís en los pies una modesta montaña cercana al balneario de Panticosa mientras yo colgaba como un choricillo en la Hoz de Jaca. Hoy, 26 de Enero, aprovechando que Fern no estaba entre ellos y que Nadia, que ya la ha ascendido, anda por ahí esquiando, aprendiendo, para una vez vuelva dejarme en ridículo, propongo a nuestro amigo navarro la ascensión de esa montaña, el Baciás, de 2760 metros.
La mañana, después de un reparador sueño tras el intento al corredor de los Franceses en el Anayet, frustrado por mi lastimoso insomnio, empieza agitada. Naranjito, en calzones y camiseta, sale a pedir un cazo para la leche. Ibai, año y medio, queda dentro de la furgoneta, y se le ocurre la feliz idea de bajar el seguro. Queda encerrado, y las risas de la situación se tornan en preocupación al poco tiempo, cuando se pone a llorar, desesperado. Todo acaba con pioletazo al cristal, un niño recobrando la felicidad y un poco de cinta americana.
La furgoneta se muestra perezosa, no quiere que Fern de las curvas con la marcha adecuada, y yo miro para otro lado. Nos disfrazamos, pasamos por las cicatrices que las obras dejan en tan bello paraje, y entre charlas caminamos despacio avanzando entre el bosque. El día promete. Claro. Despejado. Límpido.
Pronto la montaña se muestra más agreste, y la nieve, continuo manto blanco, se muestra dura. El anticiclón y la variación térmica han hecho su trabajo. Llegamos a una pala inclinada en la que nuestras botas plásticas sufren para hacerse un hueco, así que les ayudamos con unos cuantos pinchos. Sin problemas, ladeamos los bellos ibones de Brazato, donde la nieve ya se ha reblandecido por el efecto del sol. Fern charla con el enésimo montañero que se encuentra y conoce, y afrontamos la pala final, que nos deja en la amplia cima (foto 1, cerca de ella, foto 4, en ella), donde disfrutamos de sobrecogedoras vistas. No hay más que ver las fotos. Vignemale(foto3), Taillón, Casco, Torre, Peña Telera(foto 2)... montañas, más montañas. Qué maravilloso día, que disfrute para los sentidos. El descenso, disfrutando cada segundo en excelente compañía, nos devuelve en Panticosa con Kurro y Manolito, unas merecidas raciones y UNA BUENA CERVEZA!!!